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Análisis:A LA PARRILLA

Oráculo de Bacon

En ninguna de las series de la tele se admitiría lo que se les está admitiendo a los defensores de esa patafísica y cada vez más dinamitera teoría de la conspiración sobre el 11-M y que esta semana chupó tanta pantalla por aquello de practicar la simetría informativa. Es como si alguien defendiera que dos más dos ya no son cuatro, son tropecientos, y los informativos y debates, para ser neutrales, no sólo concedieran el mismo tiempo de antena a los partidarios de la suma cuatro que a los de la suma disparatada, sino que encima lo deseable fuera un ninismo aritmético entre cuatro y tropecientos.

Desde Colombo hasta House, pasando por los laboratorios CSI, Los hombre de Paco, Perdidos o Prison Break hasta la muy sobrenatural Héroes, que sólo respeta las leyes de la ciencia-ficción, sería inadmisible una teoría como la que defienden los chicos de la conspiración. Lo mismo saltan del dinitrotolueno o de la profesión "sospechosa" de confidentes de los traficantes de dinamita, como le escuché a Pedro J, que utilizan como verdad científica inculpatoria el popular pasatiempo preuniversitario titulado Seis grados de separación, según el cual todos estamos relacionados con todos en sólo seis clics de la web, y cuya prueba matemática es el Oráculo de Bacon (puntocom) diseñado por la Universidad de Virginia para demostrar que el actor Kevin Bacon está relacionado con todos sus colegas de cine a sólo seis grados de distancia. Ergo, por el mismo oráculo y separación también están hiperconectados todos los terroristas del planeta.

No me imagino ninguna de las series actuales incurriendo a estas alturas del crimen en pistas tan dispares como disparadas, practicando lógicas detectivescas tan difusas y patidifusas, manejando pruebas tan infumables como insumables. Sobre todo, no concibo en las series, ni siquiera en los culebrones, una cabezonería ideológica tan extraviada de siglo, de globalización y de ficción sólo para demostrar esa premisa mayor que jamás se menciona (Willian James) porque da mucha risa: que Aznar y Acebes tenían razón cuando culparon a ETA.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de febrero de 2007