Es difícil vivir en un país tan hipócrita en el que las autoridades autonómicas e incluso estatales ponen el grito en el cielo, y hasta plantean recursos de inconstitucionalidad, para defender por su bella cara a una tramposa que mintió negando repetidamente incluso su propia maternidad, para ganar un peor que dudoso concurso de Miss; y todo eso mientras que esas mismas autoridades callan, más aún, siguen subvencionando con nuestro dinero, a quien de continuo y a mucha mayor escala discriminan a las mujeres, como son tantas empresas y negocios, incluida una "ejemplar" Iglesia que les niega el acceso a su jerarquía.
No es que sean tontos, o que estén "hechizados" por la belleza de esa tramposa: es que esos "escándalos", cuidadosamente seleccionados y publicitados, les sirven a esas autoridades para tapar el inconmensurablemente mayor escándalo de su corrupción, al ponerse al servicio de tantos abusadores sin límites de muchos millones de mujeres y hombres; y así continuaremos hasta que un pueblo más ilustrado los desenmascare y ponga donde se merecen a todos ellos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de febrero de 2007