El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, cuenta una fábula en la que un amigo suyo, en un viaje de siete horas entre Bagdad y Basora, ha notado que las cosas están mucho mejor que hace un año en Irak.
Me pregunto si este amigo del señor Cheney tuvo tiempo de contemplar el paisaje, de disfrutar de unas paradas tranquilas para estirar las piernas o simplemente tuvo la sensación de que, además de por un accidente de tráfico, podía morir o resultar herido por muchas otras causas ajenas al viaje.
Me imagino al amigo del señor Cheney viviendo su propia road movie, siendo prudente con los límites de velocidad por si le ponen una multa, o pudiendo elegir el mejor restaurante para parar un rato, comprar unos souvenirs, algún chaleco antibalas y dulces típicos de la región.
Sin duda alguna, la suerte fue una de las acompañantes del amigo de Dick en este viaje de siete horas en un país donde las muertes a diario por atentados y ataques han convertido el censo de población en el "Código Da Vinci".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de febrero de 2007