"Me hubiera unido con mucho gusto a la protesta, pero tengo la T-50, así que no hace falta que compre el billete cada día". Benjamín, que ha llegado tarde muchas veces por los retrasos, afirma: "Si ellos no cumplen con su servicio no veo por qué nosotros sí debemos hacerlo". Las protestas formales no son una buena solución, opina. "Nunca nos hacen caso", señala.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de marzo de 2007