El telespectador tiene siempre la posibilidad de buscar en el dial de la tele el humor, para desembarazarse de la mordedura de los mosquitos. En ese paseo uno se encuentra con Eva Hache, con los guiñoles, con Buenafuente, con los espléndidos programas de zapping (hay uno magnífico en Verte-te, se llama Mira-te, lo dirige Borja González de Santaloya, y yo lo pude ver en TDT), que se constituyen en una especie de símbolo minimalista de lo que es la tele, la buena y la mala. Domina el zapping de corazón, y también esos zapping que tienen que ver con los actos fallidos de las personas. En medio de los fragores, esa contemplación siempre resulta evasiva y placentera, una especie de coitus interruptus de la programación.
En esa excursión por el dial tropecé con un zapping de otro estilo: Andreu Buenafuente (Antena 3) se entrometió en el Aló, presidente del venezolano Hugo Chavez e hizo hablar a Fidel Castro, a quien invitó a Port Aventura. Sirviéndose de algunas de las expresiones (very well) exclamadas por el mandatario cubano en su conversación con su colega en Caracas, Buenafuente montó un excelente diálogo, que culminó recomendándole yogur. Luego contó Buenafuente el cuento de Blancanieves, que según investigadores que él ha consultado existió. Hubiera preferido quedarme en ese cuento, y en otros, pero me pasé a 59 segundos, de La Uno. Es un espectáculo, acaso como la vida misma. Esta vez llevaron al director del diario sensacionalista El Mundo y al director de Informativos de la Cope; el primero, Pedro J. Ramírez, está en misa en la Cope, también, y luego repica en TVE. Y Nacho Villa repica en TVE, después de las doctrinas con las que festonea sus arengas de la Cope. En 59 segundos les perdonan la vida a los que les llevan la contraria; Villa agrede, y luego esconde la mano, y su compadre de teorías sonríe, como si ya se lo supiera todo. El espectador siempre puede optar por creer más en la existencia de Blancanieves.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de marzo de 2007