La crisis de Britney Spears se agudiza. Según las últimas noticias, la cantante habría intentado suicidarse la semana pasada tras haber pintarrajeado sobre su calva la cifra diabólica 666 y haberse paseado por el centro de rehabilitación en el que está ingresada chillando: "Soy el anticristo". En realidad, Spears de anticristo tiene poco, aunque haya más de un admirador que después de los espectáculos que ha dado últimamente, seguramente la considere como tal.
Lo que le pasa, según diagnóstico de los médicos del centro de desintoxicación Promises, en el que ingresó hace 10 días en Malibu, es que tiene depresión pos-parto, agudizada por el uso de drogas. De ahí que Brooke Shields, quien también sufrió ese tipo de depresión, se haya ofrecido a ayudarla. "Si necesita alguien con quien hablar yo estoy disponible", ha anunciado la actriz tras descubrir que Britney se había leído su libro Mi viaje a través de la depresión posparto.
Su marido, Kevin Fetherline, de quien decidió separarse en noviembre, y su ex Justin Timberlake parecen seriamente preocupados. "Espero que se recupere pronto y vuelva a ser la Britney que todos conocemos", ha dicho Timberlake.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de marzo de 2007