Nueve miembros de una misma familia afgana, entre ellos tres niños y cinco mujeres, murieron ayer en un ataque aéreo de fuerzas estadounidenses al noreste de Kabul, en la provincia de Kapisa. La muerte de estos civiles se suma a la de otros 16 el domingo en la sureña provincia de Nangarhar, lo que desató protestas de la población contra las tropas de EE UU. El presidente afgano, Hamid Karzai, también manifestó su malestar y pidió una investigación.
Un portavoz militar norteamericano indicó que ambos ataques fueron de respuesta al fuego talibán. El vicegobernador provincial de Kapisa, Sayed Mohamed Dawod Hashimi, también indicó que el bombardeo en su zona siguió a un ataque registrado la noche del domingo contra la cercana base estadounidense de Nijrab.
Un comunicado de las fuerzas de EE UU destaca que, tras el ataque insurgente contra su base, un grupo de talibanes armados se escondió en el recinto habitado. "Estos hombres pusieron en peligro a sabiendas a los civiles retirándose hacia un área poblada mientras atacaban a las fuerzas de la coalición", señala el comunicado emitido por el teniente coronel David Accetta. Un avión de EE UU "lanzó dos bombas de 2.000 libras sobre la posición supuesta del enemigo, lo que puso fin al enfrentamiento", añade el comunicado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de marzo de 2007