En los últimos tiempos hemos comprobado cómo el PP se ha apropiado de cosas tan diversas como la bandera, la calle o incluso conceptos menos tangibles como el sentido común o la decencia. La última vuelta de tuerca la hemos visto recientemente cuando Mariano Rajoy convoca para la manifestación del próximo sábado a gente normal. Dos sensaciones le asaltan a uno con rapidez. Primero, la de perplejidad por verse uno tan ferozmente retratado por la simple razón de no compartir una línea política tan excluyente, y por último la certeza de lo mal que debe estar la derecha de este país para pedir que a sus convocatorias asista gente normal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de marzo de 2007