Observo y no salgo de mi asombro la naturalidad con la que nuestro querido presidente acaba de depositar un ramo de flores en una plaza madrileña, que nos trae infaustos recuerdos a todos los españoles decentes e indecentes. Pero mi perplejidad me permite reflexionar sobre una serie de aspectos de la actualidad nacional:
1. Esas mismas flores se podrían poner en las tumbas anónimas de las miles de personas muertas en Irak.
2. Hay otros lugares donde han muerto otras personas, españolas, que parecen no existir en su mente; véase Atocha, Turquía, Puente de Vallecas.
3. Hace muchos años que caen personas a causa del terrorismo en este país y debemos intentar solucionarlo. Esas personas también se merecen el homenaje de nuestro insigne presidente.
Por estos tres pequeños motivos le pido al señor Aznar que se dedique de una vez y para siempre a la enseñanza en esa universidad americana o al asesoramiento de su amigo el magnate de la comunicación. Por favor que deje de incrementar el grado de crispación que existe en España y que se dedique a sus ocupaciones. Por favor, déjenos señor Aznar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de marzo de 2007