Margarita Carreras es prostituta desde los 18 años. "Porque me da la gana, porque este es un país libre, porque me sale muy rentable, porque lo prefiero a limpiar y porque trabajo como quiero y cuando quiero", explica airada. "Y todo el mundo sabe a qué me dedico", añade. "No hay nada indigno en lo que hago. El trabajo no me dignifica, yo dignifico mi trabajo".
Esta barcelonesa no entiende las conclusiones de la ponencia Congreso-Senado: "Muchas personas toman decisiones sobre nuestras vidas sin tenernos en cuenta, como estas diputadas y senadoras. ¿Con cuántas prostitutas han hablado? Con ninguna. El Congreso nos trata como si fuéramos ineptas, como personas sin voz ni voto. Eso sí que es desprecio. Desde sus pedestales los políticos deciden la vida que quieren para nosotras. Ellos sí que no respetan mi libertad".
Por eso pide al Gobierno que regule la prostitución. "La falta de leyes fomenta la marginalidad y la impunidad, que no puedas denunciar a un cliente que no te quiere pagar". Quiere tener derechos laborales y sociales "como todo el mundo" y que la ley les permita crear cooperativas de mujeres que autogestionen su trabajo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de marzo de 2007