Activistas reclaman viviendas dignas / EFE
Una noche al raso por una casa
María jamás pensó que dormiría en la calle comercial más cara de España. Tiene 30 años, es técnica de sonido y lleva trabajando desde los 17. Aun así, comparte piso con cuatro amigos, por 300 euros al mes, porque "ciertas cosas no pueden tener ciertos precios". Su poco tiempo libre lo dedica a exigir algo que le pertenece, "algo que es un derecho constitucional": una vivienda digna.