Un avión de carga fletado por la Unión Africana, con 11 personas a bordo, fue derribado ayer por un misil cuando despegaba del aeropuerto de Mogadiscio, la capital de Somalia. El aparato, de construcción rusa, había entregado suministros a las fuerzas de pacificación ugandesas, formadas por 1.500 soldados que empezaron a llegar a principios de mes. Su misión es respaldar al Gobierno de transición que asumió el poder en diciembre, para intentar que el país recupere una estructura estatal perdida en 1991 por las luchas entre los diferentes clanes.
A pesar de los intentos de pacificación, al menos 70 personas han muerto en Mogadiscio en los dos últimos días en intensos enfrentamientos entre tropas regulares y milicianos vinculados a la Unión de Tribunales Islámicos, que fueron derrotados en diciembre, tras controlar gran parte del país durante seis meses.
Los combates han puesto en fuga a decenas de miles de personas, según anunció ayer en Nairobi (Kenia) el coordinador humanitario de la ONU para Somalia, Eric Laroche, quien pidió el cese de la violencia y el respeto de los civiles.
El miércoles, los milicianos arrastraron por las calles los cadáveres de varios soldados, una escena que recordó a las vejaciones infligidas a los cuerpos de varios marines estadounidenses en 1993, tras el derribo de un helicóptero Black Hawk. Para Laroche, esos actos "propios de bárbaros" constituyen una grave violación del derecho internacional humanitario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de marzo de 2007