Al parecer, y ya no tiene remedio, los médicos de atención primaria se van a ocupar de lo que el misterioso hacedor del artículo de Opinión (EL PAÍS, 21 de marzo, 2007) denomina trastornos mentales leves o moderados. Estos trastornos afectan a 1 de cada 10 ciudadanos, por lo cual serán necesarios un ejército de médicos de Atención Primaria y, añadimos nosotros, cuantiosos recursos económicos para pagar la factura de esos medicamentos con los que supuestamente se tratarán esas supuestas enfermedades.
Los efectos que la práctica psiquiátrica realizada por los médicos de Atención Primaria, o de familia o de cabecera, están produciendo saltan a la vista: la psiquiatrización de la vida, la banalización del sufrimiento, la oferta de una felicidad que a la larga conduce a la frustración y a un sentimiento de engaño.
Los grandes beneficiarios de toda esta orientación científica de la psiquiatría y de la vida ya sabemos quiénes son. En un futuro cercano habrá que plantearse el rechazo de toda esta situación. En los años setenta se pudieron vaciar los manicomios; en la actualidad empieza a ser necesario preguntarse si toda esta medicalización es necesaria y puede estar en manos de cualquiera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de marzo de 2007