El centro de internamiento de mujeres de Saturrarán, situado en la desembocadura del río Mijoa, en Mutriku, pasó de ser balneario y hotel a cuartel al comienzo de la guerra civil y a centro de internamiento de mujeres, montado por el bando franquista, entre 1938 y 1944. Por esa prisión pasaron unas 4.000 mujeres republicanas de entre 16 y 80 años de todos los puntos de España, especialmente de Asturias.
Murieron 107 reclusas y 48 niños y niñas que les acompañaban por tuberculosis, septicemia, tifus, colitis o desnutrición. Las presas dormían juntas en jergones de hoja de maíz amontonados en los pabellones. Los niños vivían con sus madres hasta los tres años. Después eran separados de sus progenitoras y muchos eran acogidos por familias de Ondarroa.
El viejo edificio, muy deteriorado por el abandono y el paso del tiempo, fue demolido en 1983. El Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales convocaó ayer un homenaje a las mujeres que pasaron por allí, "víctimas de la represión fascista", que fueron sometidas a vejaciones y malos tratos y vigiladas con mano de hierro por monjas mercedarias. Se guardó un minuto de silencio y se descubrió una escultura de Nestor Basterretxea que busca conservar la memoria del pasado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de abril de 2007