En el combate físico, el Valencia salió vivo de Stamford Bridge, que no es poco tratándose del Chelsea. Ayala y Del Horno respondieron con valentía a las acometidas de Drogba, un tanque vestido de azul. Faltas, córners, balonazos. A eso se resumió el juego del Chelsea, de un primitivismo exagerado. Pero con la intensidad y la presión que le caracteriza desde que Mourinho lo dirige. Con un Drogba poderosísimo, que marcó un gol gracias a que Ayala sólo le dio una oportunidad.
CHELSEA 1 - VALENCIA 1
Chelsea: Cech; Diarra, Carvalho, Terry, Ashley Cole; Obi Mikel (Joe Cole, m. 74); Ballack, Lampard, Kalou (Wright Phillips, m. 74); Shevchenko y Drogba. No utilizados: Cudicini; Makelele, Boulahrouz, Bridge y Paulo Ferreira.
Valencia: Cañizares; Miguel, Ayala, Moretti, Del Horno; Albelda, Albiol; Joaquín (Hugo Viana, m. 86), Silva, Vicente (Angulo, m. 57); y Villa (Jorge López, m. 93). No utilizados: Butelle; Curro Torres, Nacho Insa y Pallardó.
Goles: 0-1. M. 30. Silva, de gran disparo cruzado desde fuera del área. 1-1. M. 53. Pase largo de Ashley Cole y Drogba gana la posición a Ayala y supera por alto, de cabeza, a Cañizares.
Árbitro: Franck de Bleeckere (Bélgica). Amonestó a Albelda, Drogba, Ayala y Diarra.
Unos 40.000 espectadores en Stamford Bridge.
MÁS INFORMACIÓN
También destacó el oficio de Albelda como contrapeso a Ballack y Lampard. El Valencia aprovechó el desconcierto defensivo del Chelsea en el primer tiempo para adelantarse. Un gol maravilloso de Silva, que suele coleccionarlos en los grandes escenarios. También marcó de volea en San Siro. En medio de una batalla tan exigente, el Valencia perdió de nuevo a Vicente, víctima de una maldición continua. Una mala noticia para el choque de vuelta, el martes en Mestalla, pero con la ventaja que siempre da el tanto marcado fuera de casa.
En medio de todas las previsiones, entre el fútbol tan físico y táctico que proponían ambos equipos, se infiltró un intruso: Silva. Pequeñito y aparentemente frágil entre tanto músculo como se exhibía en el centro del campo. ¿Una víctima? Todo lo contrario. Resultó el verdugo del Chelsea. El tipo que bajó el balón al piso y se lo pegó a su bota izquierda. El mismo que se movió entre líneas, ahí donde tanto duele a los centrales tradicionales, y propició un incendio cada vez que se asoció con Villa, otro peso pluma. Se bastaron para mantener siempre al borde de la desesperación a la defensa del Chelsea, que, para sorpresa de todos, defendió pésimamente. Sobre todo al tirar el fuera de juego: siempre había un despistado que lo rompía. Se le notaba a Terry fuera del tiempo y del espacio, sin la serenidad para dirigir y ordenar a su defensa. Con el reloj una hora tarde.
Perdido Albiol como medio centro, el trabajo se le multiplicó a Albelda, que trata de recuperar la forma. Le vino bien el descanso del sábado. Estuvo más fresco. "¿Quién pita, Mourinho?" Eso le dijo Albelda al árbitro después de que le amonestara a instancias del técnico. Sin haber visto nada el árbitro. A la media hora, Silva decidió resumir de manera expeditiva toda la técnica que acumula. Arrancó desde el centro del campo, por el carril del 10, salió bien parado de un rebote, y ajustó el periscopio. Según el cual, el portero Cech estaba ligeramente adelantado. Así que probó el misil: potentísimo y cruzado, la pelota describió una parábola que el meta checo observó con indefensión.
El Chelsea insistió tras el descanso en su jugada preferida, esta vez con premio. El globo de Asley Cole le cayó con ventaja a Drogba, que aprovechó la media salida de Cañizares para batirlo de cabeza. Joaquín reaccionó con rabia y su cabalgada la cortó Terry con una cesión a Cech. El árbitro, sin embargo, se la tragó, lo que levantó colérico a Quique de su banquillo. Con razón. Ambos equipos se vaciaron porque sabían que vivían momentos cumbre. Y lo pagó Vicente, que cayó fulminado al suelo: un tirón en el muslo. Mientras se revolvía de dolor, Terry recibió una orden con la mirada de Mourinho y le pegó una bronca tremenda al árbitro, exigiéndole que Vicente saliera del campo. Para no perder tiempo. Entró Angulo y Silva se abrió a la izquierda.
Drogba siguió percutiendo y el Valencia se hundía cada vez más en su área: Albiol actuó prácticamente de tercer central. Lo empeoró Cañizares, demasiado clavado en su portería. Se agotaron, además, Silva y Villa, y el cuadro de Quique apenas tenía salida. También porque Angulo entró con una frialdad impropia de su carácter. Así se lo recriminó Quique. Del Horno, en su regreso a Stamford Bridge, tapó vías de agua. Y Mourinho sacó a dos flechas por las alas para el último cuarto de hora: Cole y Wright Philips. No le sirvieron de nada. Ayala voló en escorzo para arrebatarle el remate a Droga y el cuadro de Quique incluso se animó en los últimos cinco minutos. Por fin Angulo le había cogido el hilo al partido. Y tal vez para la vuelta regresará Morientes, que es una garantía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de abril de 2007