El Milan tenía clara una cosa: que para ganar al Bayern era fundamental no volverse loco, no ofertar a su rival un viaje de ida y vuelta, sino armarse de paciencia y elegir el momento. A los 27 minutos llegó la ocasión. Bueno, en realidad se la fabricó por su cuenta Clarence Seedorf, que ya había dejado detalles pintureros, para destrozar con un autopase a tres defensores del Bayern y machacar a Kahn con un tiro cruzado. El gol festejaba los méritos del jugador holandés, activo y genial, hasta el punto de que cuatro minutos después, se inventó un taconazo a Inzaghi que, en fuera de juego, consiguió el segundo gol.
El Milan había aguantado las acometidas iniciales del Bayern, resueltas casi siempre por los disparos de un motivado Podolski. Pasado el susto, fue ganando terreno metro a metro, sin prisa, y marcando el ritmo del partido, sin pausa. Sin darse cuenta, el Bayern se encontró con dos goles y, lo que era peor, sin argumentos para contestar el fútbol más razonable que bello del equipo de Ancellotti.
BAYERN MÚNICH 0 - MILAN 2
Bayern: Kahn; Salihamidzic, Lucio, Van Buyten, Lahn; Ottl (Santa Cruz, m. 45), Hargreaves, Van Bommel, Lell (Görlitz, m. 76); Podolski y Makaay (Pizarro, m. 61).
Milán: Dida; Oddo, Nesta, Maldini, Jankulovski; Ambrossini, Gatusso (Cafú, m. 86), Pirlo, Seedorf (Gourcuff, m. 79); Kaká e Inzaghi (Serginho, m. 70).
Goles: 0-1. M. 27. Seedorf se libra de tres defensas con un autopase y bate a Kahn de tiro cruzado. 0-2. M. 31. Pase de tacón de Seedorf a Inzaghi que, en posición dudosa, marca.
Árbitro: Mejuto González (España). Amonestó a Van Bommel y Salihamidzic.
Unos 65.000 espectadores en el Allianz Arena. El Milan se clasifica para semifinales.
Al Bayern le quedaban 45 minutos para la heroica, la que supuestamente cultivan todos los equipos alemanes. Pero el equipo de Hitzfeld está lejos de aquellas apisonadoras temibles. Apenas se limitó a lanzar al ataque al central Lucio y apelar a los disparos lejanos de Van Bommel, su futbolista más visceral. El monólogo estaba servido.
El Milan se refugió en su campo, se encomendó al estilo Gattuso en espera del pase de los minutos sabiendo que tocaba sufrir, aunque con la eliminatoria enfilada el sufrimiento se hace más llevadero.
El Bayern fue inundando de delanteros el área del Milan (Santa Cruz, Pizarro) incluso destinando ya con descaro absoluto a Lucio como un centrocampista ofensivo más. Pero era más el ruido que las nueces. Salvo Van Bommel, nadie inquietó a Dida. El Bayern se acercaba pero no llegaba, mientras el Milán esperaba su tiro de gracia en algún contragolpe desde que Serginho se asoció con Kaká. Pura velocidad frente a un equipo alemán descontrolado que vivía en el área de Dida con más fe que acierto. Demasiado oficio del Milan, encarrilado por un Seedorf genial, para un Bayern muy rutinario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de abril de 2007