Es una lástima que un historiador tan competente como Paul Kennedy, al comparar la frustrada expansión de la marina china a finales del siglo XV (dirigida por un "gran almirante") con la contemporánea expansión europea por el Atlántico, haya desperdiciado la ocasión de recordar cierta expedición mandada por un genovés al servicio de la reina de Castilla. En lugar de eso, se limita a recordar a "los exploradores y pescadores de Portugal, Galicia, Bretaña y el sureste de Inglaterra" que "surcaban los mares hasta Terranova, las Azores, las costas occidentales de África".
Está muy bien rendir homenaje a estos esforzados marineros ¿celtas?, pero no conviene olvidar que la expansión europea por el Atlántico fue una empresa madurada en largos siglos de acumulación de experiencias e intercambio de conocimientos, y finalmente dirigida por jóvenes Estados europeos no peor organizados que el imperio chino. Parece como si a Kennedy, igual que a Chirac, le molestara decir que entre todos ellos, el azar del primer establecimiento en América correspondió a España.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de abril de 2007