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Rato asegura que la economía mundial soportará bien un retroceso en Estados Unidos

El dicho de que "cuando Estados Unidos estornuda, el resto lo sufre" pierde fuerza. El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, dijo ayer que el crecimiento sólido que está registrando la economía mundial es la muestra de que el resto de las regiones no están sufriendo por la desaceleración en la mayor potencia del planeta. El FMI calcula ahora que la moderación de un punto porcentual en el crecimiento estadounidense resta 16 centésimas a la prosperidad global.

El organismo financiero, con sede en Washington, prevé una expansión mundial del 4,9% este año y el próximo, mientras que rebaja la de Estados Unidos al 2,3% aunque espera que repunte al 2,8% en 2008. Rato dijo que las perspectivas son buenas y que los riesgos sobre el crecimiento y el sistema financiero son menores que hace seis meses, aunque están surgiendo nuevas vulnerabilidades en el mercado de capitales, que son complejas de analizar pero que podrían tener un efecto negativo en el futuro si se agudizan.

Los informes que serán debatidos en la cumbre de primavera del FMI detectan, en este sentido, dos sectores de preocupación: el de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos y la compra masiva de empresas por parte de las firmas de capital riesgo. Rodrigo Rato precisó que algunos de los préstamos son "cuestionables".

Respecto a la situación de la economía española, el director gerente del FMI dijo que la pérdida de competitividad está provocando un fuerte aumento del déficit por cuenta corriente. "España sufre, en términos absolutos, el segundo mayor déficit por cuenta corriente detrás de EE UU", precisó Rodrigo Rato, que alertó de que la corrección de este agujero puede tener efectos en el empleo.

Otro de los factores que puede suponer una amenaza para la economía global, según el FMI, es el proteccionismo comercial y sobre las inversiones extranjeras. Rato pidió en este sentido que se den pasos en rebajar los subsidios agrícolas por parte de las grandes potencias y de los aranceles a los productos industriales en los países menos desarrollados.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de abril de 2007