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Crónica:

A vueltas con Vila-Matas

Reconocen los responsables de la editorial Candaya y la propia recopiladora, Margarita Heredia (Tampico, México, 1966), que un libro como Vila-Matas portátil. Un escritor ante la crítica es poco frecuente en España. Y más todavía tratándose de un autor vivo. En cambio, en tradiciones como la francesa o la anglosajana y también en países de América Latina es un tipo de volumen frecuente cuando un escritor tiene detrás una obra consolidada. Ese es ciertamente el caso de Enrique Vila-Matas.

No es extraño que semejante iniciativa parta de México, país donde escritores como Octavio Paz o Sergio Pitol descubrieron hace ya mucho tiempo su calidad literaria, finalmente también reconocida en España. En el volumen ahora publicado están muchos de los happy few que vienen predicando la buena nueva vilamatiana: el propio Pitol, Rodrigo Fresán, Antonio Tabucchi, Roberto Bolaño, Ignacio Martínez de Pisón, Javier Cercas, Sergi Pàmies, Ignacio Vidal-Folch, Joan de Sagarra. Y los críticos: Mercedes Monmany, Ignacio Echevarría, Jordi Llovet, Rafael Conte, Juan Antonio Masoliver. Así hasta 41 nombres, en una obra de casi 500 páginas.

"No es un libro definitivo, porque la obra sigue ampliándose. Tampoco académico, aunque sin duda tendrá utilidad en las universidades. Es un libro de crítica, un manual para leer a Vila-Matas", explica Margarita Heredia, que ha buceado en las hemerotecas en busca de materiales muy diversos.

Conversación de café

El volumen incluye un dvd, realizado por el joven documentalista Enrique Díaz Álvarez (México DF, 1976): una entrevista en el restaurante Bauma de la Diagonal que le hace el escritor Juan Villoro (México DF, 1956) a propósito de la crítica, los referentes y los límites de la literatura vilamatiana. "Es una conversación de café, espontánea, con los sentimientos por delante", dice Vila-Matas, que anda concentrado en un libro de relatos que publicará en otoño. "Algunas cosas las habría revisado, como cuando digo que una mala crítica me molesta si es agresiva o insultante. Yo leo las críticas, me importan mucho. Y contrariamente a lo que decía Truman Capote, las discuto si no estoy de acuerdo. Yo me siento un lector que escribe".

El mestizaje vilamatiano, ese tránsito constante por la crónica, la autoficción, el ensayo y el relato que caracteriza una obra como Bartelby y compañía. "No creo que sea mi mejor libro, aunque es el más popular. Me alegró que el Premio Rómulo Gallegos lo ganara El viaje vertical, que había pasado más desapercibido. Lucho para que se me vea como autor de una obra, no de un libro. Todos están relacionados, utilice una ficción radical o una prosa más ensayística y convencional".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de abril de 2007