El viejo dogma del dólar fuerte no vive sus mejores días. La debilidad de la economía estadounidense -que arrastra un fuerte déficit comercial y se ha resentido por la actual desaceleración del sector inmobiliario- se deja notar en la moneda norteamericana, que está en horas bajas. El euro llegó a superar ayer los 1,36 dólares por unidad, y cerró la jornada por encima de los 1,35, con una ligera subida respecto a la jornada anterior y muy cerca del máximo histórico de diciembre de 2004 (1,366 dólares por euro).
Además, marcó su nivel más bajo en los últimos 26 años con respecto a la libra esterlina, por encima de la barrera de los dos dólares por cada libra.
El goteo de datos de coyuntura no favorece la recuperación del dólar. La mejora de la confianza empresarial en Alemania y el reciente dato de inflación en Estados Unidos -con un repunte de los precios de hasta el 2,8% interanual- jugaron a favor de la apreciación del euro.
La moneda europea está en plena escalada. El Banco Central Europeo decidió la semana pasada mantener los tipos de interés en el 3,75%, pero el presidente de la institución, Jean-Claude Trichet, aprovechó su comparecencia para sugerir que el precio del dinero subirá hasta el 4%. Este incremento fortalecería el euro, puesto que mejora su atractivo para los inversores. Pero a su vez, una moneda fuerte perjudica a los exportadores, puesto que encarece los productos europeos en los mercados internacionales.
Los expertos esperan que el euro rompa a lo largo de las próximas semanas el máximo histórico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de abril de 2007