"Estoy aquí para todo el mundo, llámame". Con ese sencillo mensaje, acompañado de su número de teléfono, mirando fijamente a la cámara, se presentó el pasado viernes con un vídeo en YouTube Ryan Fitzgerald, un joven de 20 años residente en Massachusetts (Estados Unidos). "Quiero ver cuánta gente me llama", dice Ryan al iniciarse el vídeo. Pues, de momento, van más de 5.000 llamadas y mensajes de texto.
"Las madres de algunas personas no se toman el tiempo para sentarse y charlar, algo que sí hacen extraños en YouTube", declaró el joven. Pero Ryan se ha topado con un problema que puede frenar su intención de contestar "a todas las que pueda". Y es que las compañías telefónicas no entienden de sentimentalismos y, pasado el fin de semana, durante el cual tiene llamadas gratis, tendrá que hacer frente a los gastos, porque le cobran por llamada recibida. "Todavía no he pensado qué voy a hacer, pero es evidente que no me puedo quedar así, porque no podría hacer frente a una factura de 20.000 dólares", dijo.
Mientras Ryan soluciona el problema que se le viene encima, en la web se debate sobre la iniciativa. Mientras algunos le califican de "estúpido" por la factura a la que tendrá que hacer frente, la gran mayoría alaba su idea, e incluso hay vídeos agradeciendo la iniciativa. Hijo de psicólogo, Ryan, no descarta dedicarse a la actividad paterna: "Me encanta hablar con la gente, y me encanta ayudarles".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de abril de 2007