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Crítica:

Radiografía de la moda

Sexo, moda y cocaína. La novela de Ramón Fano cuenta, en formato weblog, la nada glamurosa vida del editor de una revista dedicada a marcar tendencias al tiempo que desvela, a base de mezclar ficción y realidad, algunos de los entresijos del panorama de la moda en España.

Hay dos tipos de personas: las que necesitan ser como todo el mundo y los que prefieren mostrarse diferentes. A esta última categoría pertenece Mongómeri, el protagonista de esta novela, un editor de moda de una de esas revistas de tendencias que tanto se llevan ahora. Workaholic, fashion victim y cocainómano, el protagonista narra, en formato weblog, sus andanzas en el mundo de la moda, donde tirarse a alguien y lucir ropa de marca y por ese orden son dos actividades primordiales, junto con supervisar showroom de las diferentes firmas, acudir a desfiles, aburrirse en las salas de espera de los aeropuertos y cerrar a última hora la revista, agobiados por los cambios de publicidad.

LA MODA MATA (PERO NO ENGORDA)

Ramón Fano

Ático Ediciones. Barcelona, 2006

271 páginas. 20,50 euros

"Trabajo en el mundo de la

moda. En efecto, soy maricón. No es que todos los que trabajen en el mundo de la moda lo sean, también hay mujeres. Personalmente no conozco a ningún diseñador que no lo sea". Son las cuatro primeras líneas de la novela, en la que el autor se repasa el estado de la moda en España. Su autor, Ramón Fano, es codirector de la revista Neo-2 y conoce bien el percal. Sabe de lo que habla y en muchos casos lo hace con nombres y apellidos. Fano no ha querido escribir la segunda parte de El diablo se viste de Prada. Hubiera sido difícil puesto que tampoco existe un equivalente a Anna Wintour -directora de Vogue USA- en España. En este caso, la crítica se centra en todo lo que rodea el mundo del diseño en nuestro país y la situación de los creadores jóvenes, pero además lo cuenta con pelos y señales, mezclando personajes reales con imaginarios, aunque muchos de ellos respondan a prototipos perfectamente reconocibles y nada glamurosos del sector.

Mongómeri siempre lleva power en el bolsillo, cualquier momento es bueno para meterse una raya, fuma como un carretero, habla en argot o utilizando anglicismos, se alimenta pésimamente y acompaña su relato de una banda sonora importante. Offsprings, Yeah, Yeah, Yeah, Jimi Hendrix o Jay Jay Johanson se escuchan a cada paso en una novela en la que no faltan chascarrillos del tipo "¡correte que me cierran Gucci!" o "una buena canción a todo volumen, la mejor crema antiarrugas". La moda mata tiene el acierto de descubrirnos un mundo apenas contado en nuestro, aunque en su caso trate también de llegar algo más lejos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de abril de 2007

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