Es un argumento constante del recetario liberal que determinadas instituciones públicas reguladoras del sistema económico deben ser "independientes" del poder político. Así, los bancos centrales se convirtieron en defensores a ultranza del precepto de estabilidad monetaria (un argumento exclusivo del pensamiento monetarista) y pasaron a ser dirigidos por tecnócratas "independientes". Se sugiere que se haga lo mismo con el Tribunal de la Competencia, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y otros tantos organismos. Pero, ¿por qué debemos excluir estos organismos del debate político? ¿Es "independencia" o imposición de determinados argumentos neoliberales, pretendidamente asépticos? ¿Por qué debemos dejar el espacio de la economía a "tecnócratas" nada "independientes", futuros altos directivos de multinacionales reconocidas? El debate político (¡claro que éste no tiene nada que ver con el reparto de puestos entre PP y PSOE!) debe estar presente en todos y cada uno de los rincones del espacio público. La "política" debe retomar las instituciones. Tenemos una metodología perfecta para dirimir diferencias: la democracia. Porque esto ya empieza a tufar a la tecnocracia de los años sesenta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de mayo de 2007