Fue una noche de fiesta que acabó en pesadilla, con dos puntos en la cabeza, otros dos en la boca y golpes por todo el cuerpo... Carlos, de 27 años, se dirigía junto a su novia y dos amigos a recoger su coche, que estaba aparcado en la calle de Fuencarral. Estuvieron toda la noche de bares; la plaza del Dos de Mayo la utilizaron sólo de paso.
"De repente apareció una carga policial, empezaron a decirnos 'guarros, que lleváis toda la noche dando por el culo', y empezaron a darnos porrazos", explica.
"Me llovieron porrazos por todos lados, llegó un momento en que no sabía de dónde venían. Les dije que no había hecho nada, y me dieron un porrazo en la boca". Después su móvil salió despedido y terminó entre dos coches de policía. "Me agaché a recogerlo y empezaron a darme patadas, puñetazos y porrazos".
Carlos asegura que repetía una y otra vez a los agentes que se estaban confundiendo, que él no había hecho nada. "Me pusieron las esposas y me dijeron: 'Mira, tienes dos opciones: o te vas al Samur, te curan, y aquí no ha pasado nada, o te llevamos a comisaría y sigues pillando allí'. De verdad que pensé que me iban a matar", explica.
Su novia y sus dos amigos intentaron acercarse a él, "pero la policía se lo impedía a porrazos". "Cuando me llevaban para el coche, comencé a gritar para llamar la atención de los médicos, porque estaba sangrando mucho. Ellos no me querían llevar a curar". Mientras estaba siendo atendido, sucedió algo que le hizo perder los papeles: "Un policía me pisaba los dedos de las manos", cuenta con indignación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de mayo de 2007