Carlos Cordón-Cardó (Calella, 1957) es vicepresidente del Departamento de Patología del Columbia University Medical College (Nueva York) y director asociado de su Centro Integral de Cáncer. Cordón también es consultor del centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, en el que dirigió durante años la división de Patología Molecular. Para el prestigioso investigador, "la historia del ser humano y su evolución van de la mano con los desarrollos tecnológicos y sus aplicaciones, aunque no tendríamos que ser esclavos de las tecnologías que inventamos".
Pregunta. ¿Logra no ser esclavo de la tecnología?
Respuesta. Sí. Por ejemplo, aunque el móvil es una pieza de relevancia en mi vida profesional, intento ser yo quien lo use y no que me utilicen a mí a través del móvil.
P. ¿Se oyen más móviles en España o en Estados Unidos?
R. Se oyen más en Europa, y sobre todo, en España.
P. ¿Cuántos ordenadores tiene y para qué los usa?
R. En mi oficina tengo tres ordenadores fijos, y un portátil para los viajes. El de más capacidad lo uso para el trabajo diario y los otros están acoplados a dos microscopios, que sirven de almacén de imágenes, instrumento de análisis y para enseñar, discutir casos o proyectos.
P. ¿Cuál es el último artilugio tecnológico que ha comprado?
R. Otro disco duro externo. En mis viajes llevo siempre un USB. Es fácil de transportar y soluciona muchos problemas.
P. ¿Qué es lo último que ha fotografiado con su cámara?
R. Un tumor de próstata hace unas horas mediante la cámara digital que forma parte del microscopio.
P. ¿Compra por Internet?
R. No hago compras personales, pero todas las de mi laboratorio se realizan por la Red.
P. ¿Qué aporta la tecnología a la investigación sobre el cáncer?
R. En el área de microchips y técnicas de imagen está produciendo una revolución en diagnóstico y pruebas predictivas.
P. ¿Qué opina de los biosensores para medir los virus en guarderías, transportes públicos?
R. Son una realidad y un proyecto importante de bienestar. Existen biosensores para defensa en más espacios públicos de los que uno puede imaginar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de mayo de 2007