Vengo sosteniendo desde hace tiempo que la solución al problema del bajo nivel de desarrollo relativo de regiones como Extremadura es la gestión adecuada de los flujos inmigratorios, no sólo de los muy limitados del tipo de neorruales o emigrantes retornados, sino de los inmigrantes exógenos. La falta de "masa crítica demográfica" hace que buena parte del territorio regional sea un verdadero desierto con densidades que no superan los 20 habitantes por kilómetro cuadrado. Frente a esto, gracias a una acción política decidida en los últimos decenios, la dotación de infraestructuras y de recursos del medio rural extremeño es ejemplar, lo que permitiría, en mi opinión, absorber incrementos de en torno a un tercio de la población que hoy habita las comarcas rurales. Las transformaciones sociales y económicas que estos flujos de "capital humano" representarían para la región supondrían una auténtica revolución, unido a la necesaria adecuación de las comunidades y de la política a la nueva realidad.
Sé, porque así lo ha manifestado, que el candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura por el PSOE, don Guillermo Fernández Vara es plenamente consciente de los desafíos y oportunidades que se abren para la región con esta inédita vía de desarrollo y deseo que pueda gestionarla cuando acceda a la jefatura del Gobierno de Extremadura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de mayo de 2007