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La Barcelona que yo sueño | Elecciones 27M

Las reglas

Soberana, cosmopolita, progresista, ambiciosa, capaz de crear y atraer talento, una ciudad que crezca hacia arriba, que tenga una enorme cultura y un progresismo económico real, con menos diseño y más zonas peatonales, que no pierda nunca sus gigantes y cabezudos, que sepa conservar los puestos de animalitos en La Rambla, que vuelva a llenar de trenes y pasajeros la estación de Francia, que contra todas las hiperreglas logre mantener un razonable desorden, que no sea engullida por el turismo... Todo eso y más sueñan 16 ciudadanos de Barcelona, nacidos o no en esta ciudad, enamorados de ella, pero críticos.

Por encima de la Barcelona que yo quisiera está mi deseo inútil de querer ser de Barcelona. A Barcelona voy a llegar adulto, después de media vida de coger el metro y el autobús para ir a Barcelona a estudiar, a trabajar, a pasear, a manifestarme, a hacerlo todo. En Barcelona es más fácil sentirse de un barrio, por ejemplo de Sants o de Verdum, que de Barcelona en un sentido estricto, acaso porque Barcelona es en realidad un puñado de apellidos y un puñado de colegios.

No se es de Barcelona de una manera general, irrebatible, salvo cuando se sale de viaje, y tal vez sea ésta la razón por la que muchos barceloneses viajan tanto. Pero ser barcelonés no es más que un modo sucedáneo de ser de Barcelona.

Más que una ciudad de paisajes, calles, plazas, monumentos, Barcelona es una ciudad de reglas del juego, y por eso a la gente que lo único que tiene es un paisaje le cuesta tanto formar parte de Barcelona. Para hacer la Barcelona que yo quisiera tendríamos que cambiar las reglas del juego.

Javier Pérez Andújar es escritor

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de mayo de 2007