Es muy posible que el Estado se quede corto. El derecho a hacer ruido de unos acaba donde empieza el derecho al silencio de otros; ídem con el derecho a fumar en cualquier sitio, a conducir ebrio, a poner la música a todo volumen a las tres de la mañana, a abrir un bar en cualquier edificio, etcétera. ¿Tantas prohibiciones? Seguramente no tenemos las suficientes. Por mí ya puede el Estado prohibir lo que quiera, por desgracia creo que conozco de antemano cuál será el resultado. AOG.
Las prohibiciones, por paradójico que resulte, intentan salvaguardar las libertades individuales cuando están amenazadas por el comportamiento agresivo de aquellos que campan por su exclusivo respeto. Ojalá fuese posible el "Prohibido prohibir" de Mayo del 68. Pero, desgraciadamente, ello sólo sería viable en una sociedad educada en valores cívicos y de respeto a los demás. Y aún estamos muy lejos de ese ideal. Tonelete.
No sé si son "demasiadas" las cosas prohibidas como pretende E. Tusquets. Lo que sí me parece percibir es que se respetan muy poco las prohibiciones: conductores hablando por móvil, bicis y motos por aceras, perros en playas concurridas y una larga serie. Señor García.
El Estado debe poner normas y los ciudadanos cumplirlas. Cuanto más normas, mejor. El problema en este país, como demuestran los casos de corrupción y la crispación política es, precisamente, la ausencia de normas y/o de instrumentos para hacer que la gente las cumpla. Álvaro Molina.
Y qué importa que prohíban si nadie respeta las prohibiciones. Inna.Los lectores pueden exponer sus comentarios sobre la pregunta del día en la dirección www.elpais.com/foros/. Las respuestas no deberán superar los 300 caracteres y serán difundidas en la edición digital de EL PAÍS. Una selección será publicada en la edición impresa del periódico a las 48 horas de formulada la pregunta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de mayo de 2007