Roberto Luque tiene 24 años y es encargado de una tienda de ropa en la avenida del Portal de l'Àngel. Coge el tren todos los días en Cerdanyola del Vallès y siempre llega puntual al trabajo.
"Hay muchos trenes seguidos. En la línea de Cerdanyola la frecuencia de paso es de 20 minutos", explica.
Explica Roberto que el ritmo "agobiante" y "estresante" de Barcelona hace que la gente se enoje cuando se producen retrasos o averías, que acaban pagando quienes menos culpa tienen. "Las personas que trabajan en el centro de Barcelona realizan tareas con mucho estrés y cuando salen del trabajo aportan su granito de arena para que todo sea más negativo", asegura. Y añade: "A veces no se puede hacer nada. Se buscan explicaciones en gente que no está preparada para responder. Tendríamos que ser más comprensivos con los trabajadores de Renfe", concluye.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de mayo de 2007