Es probable, hablando en términos absolutos, que el sueldo de nuestros políticos sea inferior al de sus colegas europeos. Ahora bien, recurrir a las comparaciones encierra una gran trampa y la pregunta debería ser: ¿cuántos salarios mínimos caben en el sueldo de nuestros políticos?
No me extraña que en este colectivo no haya nunca huelgas por reivindicaciones laborales ni rifirrafes ni crispación: siempre hay acuerdo a la hora de determinar lo que van a cobrar. En un país lleno de mileuristas y de familias que tienen que hacer verdaderos equilibrios para llegar a fin de mes, no estaría de más que los señores políticos tuvieran el suficiente sentido ético para poner un límite a sus emolumentos y que no pudiera ser rebasado independientemente de los diferentes cargos que tuvieran.
Ya sé que actualmente los ingresos que reciben son públicos, pero una cosa es que algo sea público y otra es que sea publicado. ¿Cuántos dirigentes políticos podrían hablar de precariedad salarial y de justicia social sin sonrojarse después de ver reflejadas sus nóminas mensuales en un listado publicado en un medio de comunicación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de mayo de 2007