Acabo de leer el magnífico artículo de Gustavo Martín Garzo El jardín secreto, publicado en EL PAÍS el domingo 13 de mayo. Lo primero que me gustaría expresar es que el escritor ha sabido aunar los temas de la infancia, la maternidad y la literatura de una manera tan bella y original, que es difícil imaginar una mejor triangulación para dejar constancia de ese salto al vacío al que todos los que hemos sido niños (hay gente que olvida que algún día lo fue), hemos tenido que hacer frente para conformarnos en ese ser adulto que la vida nos ha exigido ser.
Crecer no fue fácil, tampoco lo es ver cómo tus hijos dejan de ser los niños que fueron, que dieron sentido a tu vida y te devolvieron a tu propia infancia durante algunos años (¡la magia de ser padres!). Por eso me gusta la idea de ese "jardín secreto", nuestra propia infancia perdida, como afirma Martín Garzo, a la que creo que deberíamos volver más a menudo para ver el mundo desde otro lado. Porque a veces hay que ser capaces de no buscar explicaciones a cada paso que damos, sino de arriesgar y cruzar el umbral de nuestros días con el arma invencible de la imaginación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de mayo de 2007