Esta Liga es tan imprevisible y a veces surrealista que un domingo puedes marcharte a casa tras haber marcado cuatro goles y al siguiente tras haber recibido seis. Es lo que le pasó anoche al Atlético, que sufrió la peor derrota de su historia en su estadio y que fue despedido a los gritos de "¡mercenarios!".
Javier Aguirre, el técnico de los rojiblancos, confesó: "No recuerdo una noche tan negra". "¡Hasta la silla está mal!", añadió levantándose y cambiándose de asiento. Ya más cómodo, el mexicano intentó hacer un análisis lúcido del partido. "Hay momentos puntuales del encuentro que hay que destacar", empezó. "Hasta el primer gol tuvimos la iniciativa y un par de ocasiones a la contra. Pero se lesionó Maniche y no supimos jugar con diez hombres durante esos dos o tres minutos que llevaron al primer gol del Barça", explicó antes de admitir que en tan sólo cuatro minutos se les revolucionaron los planes. "Ves que te marcan en el minuto 38 y empiezas a pensar en qué cambios hacer en el descanso y... pum, otro gol, y... pum", apostilló resignado.
Con esas premisas entró el Atlético al vestuario durante el descanso. "En la segunda parte intentas sobreponerte, acortar las distancias, hacer el resultado algo decoroso", insistió; "pero llega la expulsión y es la gota que colma el vaso. Remontar se hizo imposible porque ya no aguantábamos físicamente".
Pese a los seis goles, Aguirre intentó no perder el optimismo y transmitir el mismo mensaje a la plantilla. Y es que el golpe moral, reconoció, "ha sido tremendo". Pero, mirando la tabla, al Atlético todavía le quedan posibilidades de conseguir un puesto en la Copa de la UEFA. "Así nos lo hemos tomado en el vestuario: como un accidente. Quedan tres partidos y, si ganamos dos de los tres, estaremos en Europa", argumentó.
Aguirre no recurrió a palabras como vergüenza y frustración para explicar su estado de ánimo. Se limitó a definir la noche como "amarga y negra". "No es fácil. Ninguno de nosotros puede estar satisfecho de nada. Lo mejor que puedes hacer en estos momentos es irte a casa, cerrar la boca, aguantar el chaparrón y esperar a que llegue mañana para comenzar a pensar en el Nástic", concluyó.
De nada sirvieron los mensajes lanzados por el capitán, Fernando Torres, durante la semana. Eso de que ganando al Barcelona "medio camino hacia Europa estaba hecho" y de que, para ello, el Atlético "saldría a por todas, intentando sorprender y confundir al adversario", se quedó tan sólo en un mensaje.
En una cosa tenía razón Torres: en que el Atlético es inferior por plantilla a los cuatro primeros de la clasificación. Frank Rijkaard lo dejó claro anoche cuando le preguntaron si se esperaba ver a un Atlético así: "La clase individual de nuestro equipo es lo que ha marcado las diferencias".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de mayo de 2007