EE UU sufrió el sábado en Irak una de sus jornadas más sangrientas, según reconoció ayer el alto mando militar norteamericano. Siete soldados murieron y dos resultaron heridos en dos ataques distintos, según sendos comunicados oficiales. El estallido de un artefacto al paso de una patrulla por la zona oeste de la capital iraquí mató en el acto a seis militares estadounidenses y a su traductor. El comunicado destaca que la explosión fue debida a un "artefacto artesanal".
El séptimo soldado murió en Diwaniya, a 180 kilómetros al sur de Bagdad, al estallar una bomba al paso de su vehículo. Otros dos militares resultaron heridos en el atentado.
La semana se cerró con un negro balance para EE UU. El Ejército reconoció el sábado la muerte en los tres días precedentes de otros 10 militares, a los que se añadían 12 heridos. Además, otros tres soldados de EE UU fueron capturados la semana pasada en Mahmudiya. Con las víctimas confirmadas son al menos 3.419 los soldados estadounidenses muertos en Irak desde que comenzó la invasión del país en marzo de 2003.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de mayo de 2007