Soy chilena y española en virtud del convenio de doble nacionalidad existente entre ambos países. Salí de Chile a los nueve años exiliada junto a mi familia por el golpe de Estado del difunto general Pinochet. Crecí en España y cumplí la mayoría de edad en el exilio, y por mi segunda nacionalidad pude votar en España. En esa época no habría podido participar en sufragios chilenos gracias a una dictadura que había anulado todos los derechos y libertades constitucionales en Chile.
Retorné a Chile hace ya 10 años y me inscribí de inmediato en los registros electorales, por lo que pude participar en todas las elecciones que ha habido desde entonces en este país. Actualmente, puedo votar en España por correo gracias a una ley española que garantiza ese derecho a todos sus ciudadanos, residan dentro o fuera de España. Pese a residir en Chile, estoy plenamente en contacto y soy plenamente consciente de lo que sucede a nivel social, político y económico en España a través del cable, el Internet, mis familiares y amistades españolas y mi interés particular en saber y no desconectarme.
Chile tiene una democracia ahora por un giro político causado por un sufragio que le estampó un no rotundo en la frente y en el trasero a la dictadura de Pinochet. Curiosamente, si en este momento viviera en España no podría votar en Chile en virtud de la ausencia vergonzosa de una ley que resguarde ese derecho inalienable de todos los chilenos, residan dentro o fuera de Chile. Es decir, Chile es el único país de Latinoamérica que no resguarda ese derecho al voto por causa de sus políticos de derecha, siempre tan diligentes a la hora de privar de derechos básicos a sus compatriotas... Repito, ¡qué vergüenza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de mayo de 2007