Hace unos años, el director Gerardo Herrero, que acaba de estrenar Una mujer invisible, tuvo su dosis de aventura en Venezuela.
¿Por decisión propia?
Bueno... Fue hace ya bastantes años, y el motivo era hacer un documental. Se trataba de retratar los paisajes de El mundo perdido, de Conan Doyle. Recorrimos parte del Orinoco, sobrevolamos el Salto del Ángel... ¿Sabes por qué se llama así?
¿Por qué?
Por el aviador Jimmy Angel, que fue el primero en verlo y fotografiarlo desde el aire. Contaba que aterrizó con su avioneta en un lugar tan salvaje que podían vivir dinosaurios.
Más.
Seguimos hasta isla Margarita. Pero tuvimos un percance: algo misterioso nos picó a todo el equipo entre los dedos de los pies.
¿Y qué resultó ser?
Niguas, unos bichos que se meten dentro de las uñas y que te pueden matar.
Venga ya...
Como lo cuento. Esa noche, tras rodar, nos sentamos alrededor de un fuego y una anciana nos contó la historia de unos holandeses que habían muerto de las picaduras. Se hizo un silencio sepulcral y a la mañana siguiente acabamos todos en el ambulatorio.
¿Siempre hace viajes de aventura?
Ni mucho menos. Me encantan las ciudades. Buenos Aires es mi preferida. Y tengo muchas ganas de descubrir Montevideo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de mayo de 2007