Entendemos perfectamente que para que Rafa Nadal, Pau Gasol, Raúl o Xavi puedan dar lo mejor de sí mismos como deportistas de élite han de contar con un entrenador de alto nivel. Sin embargo, asumimos con naturalidad que un directivo o empresario al frente de una organización de miles de empleados, con una responsabilidad de millones de euros, o un ministro, un presidente de una comunidad autónoma o un alcalde con responsabilidad de gobierno estén "solos ante el peligro", sin la ayuda necesaria para potenciar su talento. En realidad, no tiene sentido y, por ello, en Estados Unidos, en la Europa desarrollada y, dentro de ella, más recientemente en nuestro país las cosas están cambiando.
Es un proceso en el que el profesional libera su talento a través de la detección de sus puntos fuertes
El coaching se define como "un proceso de acompañamiento personalizado en el que el profesional (un directivo, un político, un empresario) libera su talento a través de la detección de sus puntos fuertes, de sus oportunidades de mejora y de la elaboración y seguimiento de un plan de acción".
Coaching, como la palabra coche, proviene de la aldea húngara de Kocs, situada en la vía Budapest-Viena. Sus herreros poseen ganada fama de constructores de carruajes desde la Edad Media. A mitad del siglo XV crearon un carruaje de cuatro ruedas con suspensión independiente que los austriacos llamaron kutsche, los británicos coach y los franceses y españoles coche. Desde el siglo XVIII se empezó a llamar así al profesor particular, después al entrenador deportivo y, en los últimos 20 años, al facilitador del desarrollo empresarial.
El método de coaching incluye reflexión, descubrimiento, un plan de acción y el seguimiento de éste. El coaching estratégico se diferencia de la psicoterapia en que no busca resolver los problemas (los traumas, las fobias) del directivo, sino que éste se apalanque sobre sus fortalezas y aproveche mejor sus oportunidades para mejorar. En este sentido, es un proceso de desarrollo que complementa perfectamente a la formación en habilidades directivas, puesto que la formación sirve para obtener nuevos conocimientos (saber más), en tanto que el coaching es útil para conseguir nuevos comportamientos (hacer mejor). Por tanto, el coaching es insustituible como elemento de desarrollo del liderazgo individual, de equipo y organizativo.
Un proceso habitual de coaching estratégico dura unos seis meses y se estructura en sesiones presenciales (una al mes, aproximadamente) y en un intenso diálogo entre el directivo y su coach por vía telefónica, SMS, correo electrónico, etcétera.
¿Cuál es la verdadera utilidad del coaching? Se estima que cuando un directivo se marca objetivos por sí mismo, sin ayuda externa, la probabilidad de alcanzar lo que se propone no supera el 10%. Cuando realiza un proceso de coaching, con un coach que le sirve de espejo, la probabilidad de conseguir sus objetivos se eleva por encima del 85%. Por ello lo practican los deportistas de élite y en la actualidad los directivos del 40% de las grandes empresas españolas (aunque no es privativo de las grandes; en Gran Bretaña, el 20% de los pequeños empresarios ya practican el coaching). Según las investigaciones de diversos expertos, la rentabilidad del coaching estratégico se calcula entre el 600% y el 1.000%, esto es, entre seis y diez veces el tiempo y el dinero invertido en el proceso.
Para asegurar la profesionalidad de quienes se dedican al coaching, la Asociación Española de Coaching y Consultoría de Procesos (AECOP) ha elaborado un código deontológico (con principios como honradez, relación, competencia, focalización en el negocio, perspectiva sistémica y orientación a resultados) y ha iniciado un proceso de certificación, serio y riguroso, de aquellos profesionales que demuestran el perfil, los conocimientos y la experiencia necesaria como coaches.
Juan Carlos Cubeiro es director de Eurotalent.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de mayo de 2007