Viene sucediendo que los representantes políticos de la provincia de Teruel, tanto candidatos a las alcaldías como a otras instituciones de ámbito provincial, vean normal, incluso con buenos ojos (parece), que nuestros intereses se decidan fuera de casa.
Entiendo que cuando no existen mayorías absolutas hay que hacer gobernable una institución y se tenga que pactar. Pero lo que ya no me parece de recibo es que los recién elegidos se encojan de hombros y nos espeten eso de que "habrá un pacto global" o que "se va a negociar para todo Aragón", es decir, lo que se diga en Zaragoza, o en Madrid, que está más lejos.
Si los nuestros ya no tienen poder para decidir quién nos gobierna, ¿cómo van a tenerlo para hacer las políticas que de verdad nos interesan? Los ciudadanos de esta provincia somos mayores de edad políticamente hablando, incluso expertos en materia de infraestructuras de las que carecemos. Aquí sabemos muy bien lo que necesitamos (que es mucho) y que hace tiempo merecemos.
En campaña no se mojan ni explican qué harán si no pueden gobernar en solitario: han de hablar los ciudadanos, dicen. Pues bien, a mí sí que me hubiera gustado saberlo, mi voto podría depender de ello. Me parece un desprecio a los votantes que ahora pasen la pelota a otros (que no se han presentado en mi circunscripción) para que decidan quién me va a gobernar. Sin darse cuenta, los políticos insisten en demostrarnos que lo que de verdad les interesa es la cuota de poder, no el interés de la ciudadanía; esto último es sólo una excusa. Como ya les hemos entregado el cheque en blanco para cuatro años...
Leo en la prensa que los socialistas zaragozanos avisan de que el Ayuntamiento de esa capital no es moneda de cambio. ¿Las instituciones de Teruel sí? ¿Es que nuestros representantes no pintan nada, así lo reconocen y tan contentos? Pues bien empezamos (o seguimos). Todos conocemos la respuesta a esos interrogantes.
Quiero que las personas a las que he votado o dejado de votar decidan quién me va a gobernar y cómo. Ellos son a quienes dentro de otros cuatro años examinaré y calificaré de nuevo con mi voto.
Me gustaría que esta democracia fuera más de los ciudadanos y menos de los partidos, con listas abiertas, donde cada representante electo fuera responsable de sus propias acciones u omisiones ante los electores y no ante su partido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de mayo de 2007