Hay veces en que el plano que cierra una película redefine el conjunto, lo eleva, lo carga de significado y profundidad. Así ocurre en este trabajo del chino Hao Ning: su imagen final, cuyo impacto se apoya en el off, amplifica la delicada metáfora que nutre el relato y, en cierto sentido, acaba de dar forma a esa secreta película de ciencia-ficción que parece estar recorriendo subterráneamente las imágenes de este cuento de niños varados en un mundo remoto -las estepas de Mongolia-, que reciben ecos de un planeta lejano (la insignia de un 4 - 4, una pelota de pimpón, una retransmisión televisiva infectada de nieve y ruido blanco). Ping Pong mongol es la crónica minimalista de una iniciación: la de quien descubre la relatividad de los márgenes de su mundo y tiene su primera experiencia de la infinitud.
PIM POM MONGOL
Dirección: Ning Hao. Intérpretes: Hurichabilike, Dawa, Geliban, Yidexinnaribu, Badema. Género: Comedia. China, 2005. Duración: 102 minutos.
Puntuada por gratificantes destellos de ingenio, el filme tiene un arma de doble filo en su reclamo visual más inmediato: ese paisaje que hipnotiza al cineasta y confiere al conjunto un disuasorio aspecto de idónea cuota de exotismo para la programación de un festival. En este caso, la verdadera belleza y el sentido están en el interior.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de junio de 2007