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Análisis:A LA PARRILLA

Látex

La primera visita a España del nuevo presidente de Francia ha tenido efectos colaterales no contemplados, creo, por la Convención de Ginebra (¿existe aún, por cierto, o va a ser también abreviada en aras de la entente europea?). De todos, los más llamativos fueron los correspondientes al body language, como pudo verse en los amplios informativos de CNN +, donde la expresividad -estilo Comédie Française- de las manos de Sarkozy se hizo expansiva, alcanzando su onda a las de Zapatero, habitualmente pegadas al cuerpo y entretenidas en cruzar los dedos. Todas las cadenas abrieron sus telediarios con Zetapé y Sarkò (qué buen nombre para un dúo de cómicos circenses), y de madrugada, Los guiñoles de Cuatro también se hicieron eco del acontecimiento, incorporando la figura en látex del francés a su galería de actualidad. Es curioso lo que sucede con estos celebrados guiñoles: la gracia de los diálogos suele estar repartida por igual entre los casi 150 componentes de su dramatis personae, pero las fisonomías pasan de la plena exactitud identitaria a la casi total falta de parecido. Eso sucedió la noche del jueves con el otro personaje nuevo, Isabel Pantoja, imposible de reconocer físicamente, excepto cuando, al final de sus intervenciones, salió con boina y gafas negras folclóricas. En general, los escultores en látex de Los guiñoles aciertan mucho con los políticos (¿son todos de por sí caricaturescos?) y se alejan del original en los deportistas y otras estrellas del espectáculo.

Hablando de caricatos, Arturo Fernández queda desplazado del jueves ante el pinchazo de Como el perro y el gato (TVE-1), vencida en la guerra de las series por El internado (Antena 3), que tiene rostros nuevos, sin añadidos plásticos, en un reparto de buen nivel general. Pero como los capítulos de El internado son cortos, el espectador puede acabar su noche con Eva Hache (Cuatro) entre el terror y la risa: el guiñol de Gallardón en la sopa de Rajoy y Zaplana diciéndole a Marta Nebot en la fiesta de los 25 años de Tiempo que en el PP todos los dirigentes son una piña. Y lo dijo con toda la cara. No en látex.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de junio de 2007