Taller literario improvisado en un rellano de la Feria del Libro. "Tu novela es la mejor, Daniel", asegura Alberto. Daniel relata en primera persona el drama de un niño mauritano en un cayuco. Carmen ha terminado un libro de relatos y Susana, la historia de un árbol sanador que al resto les ha parecido "un pelín raro". Todos son autores, tienen 11 años y estudian en el colegio público Trabenco (Leganés), un centro con 186 alumnos de 3 a 12 años. Pero no han ido a hablar de sus libros.
Unas 100 personas se concentraron ayer a mediodía junto al pabellón infantil del Retiro para pedirle a la Comunidad de Madrid que deje "en paz" su colegio. Cada uno llevaba su libro favorito y portaban pancartas con mensajes como "No quiero que me tapen la boca cuando digo no quiero" o "En un lugar de Leganés de cuyo cole Esperanza no quiere acordarse". Aseguran que el Gobierno de Esperanza Aguirre quiere acabar con su modelo educativo, un sistema sin libros de texto ni exámenes reconocido oficialmente.
"Pretenden cambiar los profesores y eliminar la media hora de lectura con la que empezamos cada día", asegura Jesús Ramé, padre y ex alumno. Trabenco, abierto por una cooperativa hace 35 años, fue uno de los dos centros de Madrid, junto a Palomeras Bajas (Vallecas) que no presentó a sus alumnos de sexto a las pruebas de nivel obligatorias que la Comunidad convocó el 29 de mayo. Creen que el examen no sirve "para nada". "No nos guiamos por programas cerrados, enseñamos a los chicos a pensar", añade la profesora Marisa Víctor. Y eso incluye desde enterrar piezas falsas de arqueología en el patio para investigar a los íberos a un taller de novela para niños escritores.
"Ahora que se falta al respeto a los profesores y abunda el absentismo, deberían tenernos en cuenta", asegura Ramé. Y pone de ejemplo su propia experiencia. "Yo no supe lo que significaba hacer pellas hasta que no salí de Trabenco para ir al instituto".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de junio de 2007