La victoria del PSdeG en Muxía fue una de las sorpresas de la noche electoral el pasado 27 de mayo. La conquista de este feudo municipal del PP, que hace cuatro años el propio Mariano Rajoy había convertido en símbolo del apoyo ciudadano a la contestada gestión de la catástrofe del Prestige, fue el fruto de una estrategia planificada al detalle.
"Lo pasamos mal", confesó ayer Félix Porto, quien dejará sus responsabilidades en la dirección de Unións Agrarias para convertirse, el próximo día 16, en el nuevo alcalde de Muxía. El aún regidor de la llamada "zona cero" del Prestige, Alberto Blanco, contó con todo el respaldo y megafonía de su partido, empezando por el líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo. El paralizado proyecto del Parador Nacional y la marcha de Pescanova para construir en Portugal la piscifactoría que la Xunta vetó en el protegido Cabo Touriñán fueron blandidos por el PP como la marginación a la que los socialistas someten Muxía.
Tres visitas a cada casa
Frente a ello, Porto y sus compañeros diseñaron una campaña electoral que consistió en limitar los mitines, la presencia de altos cargos de Madrid o de Santiago y visitar "hasta tres veces" cada casa y vecino de la localidad. "Había mucho miedo, mucho voto cautivo y la campaña fue muy dura y crispada", explicó el cabeza de lista del PSdeG. "La clave de esta victoria", explica uno de sus colaboradores, "fue anticiparnos siempre al adversario, tanto en los mensajes como en la presentación de los candidatos y del programa, en hacer una campaña muy local, sin mensajes distorsionadores de fuera, así como en tensionar al electorado para lograr una alta participación, la única manera de que la izquierda gane en un sitio como éste".
La campaña socialista comenzó en abril, cuando el número dos del PSOE, José Blanco, acudió a Muxía para culpar al alcalde del PP del bloqueo del parador al no entregar los terrenos en los que se ubicará. A partir de ahí, los socialistas repitieron el mensaje en cada casa e hicieron suyas también promesas del BNG durante la crisis del Prestige, como la necesidad de rendir homenaje a los voluntarios, algo a lo que el alcalde del PP se opuso.
Cuatro días antes de las elecciones, Pescanova anunció la firma en Portugal del acuerdo para construir en ese país la piscifactoría que la Xunta de Manuel Fraga había aprobado para Muxía y que luego fue suspendida por el Gobierno de Touriño por tratarse de un espacio natural protegido y emblemático, como es Cabo Touriñán. Pero a Félix Porto y sus seguidores, el anuncio no les preocupó. "Ya estaba ganado, llenamos el pabellón en el último mitin de campaña y ya sabíamos que la victoria era nuestra". Los socialistas se quedaron a sólo una quincena de votos de lograr la mayoría absoluta en Muxía que detentaba el PP desde 1995. Gobernarán en coalición con el único representante del BNG.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de junio de 2007