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El tema del intruso copa la jornada en el Festival de Peñíscola

El viejo tema del intruso que irrumpe en un grupo dominado por la rutina marcó ayer la jornada en la sección oficial del Festival de Peñíscola con dos películas contrapuestas tanto en planteamientos como en objetivos. Kutsidazu bidea, Ixabel (Enséñame el camino, Isabel), de Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, parte de una novela homónima, de gran éxito en Euskadi, "que establece puentes entre los que hablan euskera y los que quieren aprenderlo, entre lo rural y lo urbano, y entre el pasado y el futuro", en palabras de su codirector. A partir de la llegada de un joven de ciudad a un caserío de la Euskadi profunda, a finales de los setenta, Bernués y Gabilondo dirigen "una comedia lingüístico-amorosa", que funciona mejor cuando sólo se propone divertir que en los momentos en los que apunta un cierto retrato político y social de la Transición.

En los antípodas de este tipo de cine se encuentra Vete de mí, de Víctor García León, estrenada hace ya más de medio año y con un Goya en su currículo por el magnífico trabajo interpretativo de Juan Diego. Aquí el intruso no es un estudiante despreocupado, sino un hijo que se instala, sin rubor, en la vida de su padre. Su discutible inclusión en un certamen consagrado a la comedia no menoscaba el excelente trabajo de García León, quien quiso contar "que los jóvenes pueden aprovecharse de sus padres, al contrario de lo que normalmente nos enseña el cine". De una dureza desgarradora, sobre todo al final, Vete de mí es de esas películas que trascienden la anécdota del intruso impertinente para convertirse en una cruel disección de la familia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de junio de 2007