En los últimos días, la juventud venezolana se ha vestido con el traje de la valentía y no ha hecho nada más que entonar las gloriosas notas del himno nacional, como verbo común que nos une e identifica.
Lo que se discute en estos momentos no es algo vago ni pasajero, es tan sencillo como el derecho a expresar nuestras visiones, ideales y pensamientos en un país que desde sus primeros tiempos luchó para ser libre.
La consecuencia inmediata del cierre de la televisión más antigua de Venezuela, RCTV, y ahora la coerción al derecho de protesta, sólo parece tener el objetivo de transformar cobardemente nuestros ideales y, de algún modo, modificar los valores culturales, formas de vida y en sí implantarnos un sistema que aún no terminamos de comprender.
Nuestra intención como universitarios no es derrocar ningún Gobierno, sino invitarlo a la reflexión. No somos oligarcas o elitistas como dicen ellos, sólo estudiantes. Queremos que se nos respete el derecho a la pluralidad, a la crítica, porque detrás de vivir con poca libertad está vivir sin nada, y los venezolanos no estaremos nunca dispuestos a eso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de junio de 2007