No puedo pasar la página sin más cuando leo un titular tan perturbador como éste: "Un brazo y una pierna por llegar a Canarias". El texto confirma mis peores augurios: numerosos inmigrantes no sólo llegan a España tras dejar en el camino su dinero, su ambiente y su familia, sino parte de su cuerpo y muchos también la vida. Ellos lo dan todo, absolutamente todo, por intentar sobrevivir y llegan aquí y sólo encuentran nuestro desprecio. Les devolvemos a sus países de origen así, mutilados y en la más absoluta miseria física, psicológica y moral. Pero esto no queda ahí, sólo hay que irse a la columna que acompaña esta información para leer que Europa va a debatir una distribución más equitativa "de la carga"; eso son para nuestros representantes políticos los inmigrantes, un mero lastre que todos quieren soltar cuanto antes.
Sin embargo, la pescadilla no dejará de morderse nunca la cola: el norte será cada vez más rico y el sur más pobre, así que continuarán los trasiegos de cayucos si lo único que hacemos es poner muros, vallas y fronteras entre "ellos" y "nosotros".
Mientras, el Grupo de los Ocho (G-8) sigue discutiendo "cómo solucionar la pobreza" cuando lo tienen delante: blanco (o más bien negro) y en botella. Dudo que capten el mensaje.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de junio de 2007