Cuando en 1984 desmantelaron la línea férrea que unía Murcia con Granada, perdimos mucho. Desde entonces, para viajar desde Sevilla, Málaga o Almería hasta las comunidades valenciana y murciana hay que pasar por Atocha. La tarifa, sólo en el trayecto de ida, supera los 100 euros. Un ultraje para quienes somos incondicionales del transporte público.
Desde 1984, la tendencia se ha agudizado, potenciando la carísima alta velocidad, en detrimento de las líneas regionales. Nuestros políticos, de uno y otro signo, están consintiendo que volar sea más barato que subir a un tren. Un disparate.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de junio de 2007