Matrícula de honor de media en el instituto público Ágora, en Alcobendas. Y con esa nota, Paula Sánchez, de 19 años, quiere estudiar Filosofía y Letras. "¿Y por qué no? Es lo mejor a lo que se puede dedicar uno", suelta, muy segura, entre examen y examen en el césped de la Universidad Autónoma. Su filósofo favorito es Schopenhauer.
Ella repasa los apuntes con la cabeza apoyada en un árbol y cuenta que ya imparte clases de Filosofía a estudiantes de Bachillerato y a un universitario, al que enseña "ensayo filosófico". "Es la mejor, una crack", aplauden a su alrededor los amigos.
Paula, piercing plateado en la nariz, ha estudiado para las pruebas de selectividad "una semana fuerte, una semana suave y el último fin de semana, fuerte otra vez". En casa por la tarde y en la biblioteca por la mañana. "También he ido a algunas clases de refuerzo en el instituto", añade. El primer examen de ayer, el de Lengua y Literatura, Paula Sánchez lo ha aprobado "de sobra". Nada de amuletos. Al lado, su amiga Desirée Martínez es su contraste. Lleva enredadas en el cuello "la Virgen del Rocío, un rosario y las medallas de mi hermana. De todo".
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Las dos han ido a la Autónoma en Cercanías desde Alcobendas: "Hemos salido a las ocho de la mañana, con tiempo de sobra".
Después de los exámenes, la juerga con la pandilla: "beber". Y después, el largo verano. "Voy a trabajar como intérprete en un cortometraje", explica. Su amiga Desirée, que quiere estudiar Educación Especial, piensa tras la selectividad en su viaje a Roma y en trabajar: "De lo que me salga, menos en una tienda de ropa".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de junio de 2007