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CARTAS AL DIRECTOR

Esperanzas abortadas

Salía en la prensa del pasado fin de semana que una mujer que venía a Canarias en patera abortó en plena travesía y arrojó al mar a su hijo muerto, y después, sin anestesia, se pasa a lo bien que jugamos el Roland Garros o el trepidante final de Liga.

En medio del mar se ahogan las esperanzas de un futuro mejor, y no solamente las de los que aquí vienen; mientras tanto, seguimos con la miopía mental de ocuparnos de los habituales ladridos de todos los que no dejan de incordiar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de junio de 2007