Maná encara con tranquilidad el tramo español de su Amar es combatir world tour, que ha atraído a un millón de espectadores en América, "y todavía faltan 20 fechas en EE UU". Comienza hoy en Zaragoza e incluye otras 16 paradas en estadios, cosos taurinos y grandes recintos: ya han despachado 250.000 entradas, se agotó el papel en varias ciudades y se pueden permitir entregar un euro de cada espectador a una ONG.
Hay un peligro con Maná: que la conversación se quede en sus causas ecológicas, sus relaciones con Al Gore, las exigencias profesionales que han planteado a los sucesivos presidentes de México. Aceptan obviar el discurso políticamente correcto: se pretende comprobar si detrás hay gente de carne y hueso. Fher Olvera, cantante y guitarrista, reconoce que "vivimos lo de sexo, drogas y rock and roll", elementos seductores para unos músicos en gira. Pero negamos que sean exclusivos de esta profesión: cualquier médico o ingeniero querría desahogarse igual, ¡y seguramente lo hace! Puede que sea alcohol en vez de cocaína, la secretaría en vez de la groupie, pero responde al mismo ansia de liberación".
Nos responsabilizamos de una producción que ninguna banda de rock en español ha usado jamás", dice Alex
Álex González, baterista, acota: "Llevamos tantos años que hemos vivido todos esos clichés, desde convertir una gira en un reventón continuado a llevar una existencia monacal. Bueno, eso último resulta imposible en España, lo de ir de marcha fue una escuela dura. Ahorita, estamos concentrados en sonar bien y eso nos da la tranquilidad para escoger cuándo festejar: lo bueno es encontrar el equilibrio. Debemos responsabilizarnos de una producción que ninguna banda de rock en español ha usado jamás".
Su abrumador dossier de prensa enumera las cifras de luz y sonido, los costes del montaje, las peculiaridades de las pantallas de vídeo. ¿Eso no reduce al grupo a una pieza de un engranaje audiovisual? ¿Y si falla algo? Fher asegura que "aunque se caiga todo ese teatrito, la banda sigue sonando padrísimo, sin perder conexión con el público". Echa de menos la posibilidad de actuar en locales pequeños: "Es imposible por logística, pero fantaseamos con aparecer sin anunciar en un club y descargar Stairway to heaven
[pieza épica de Led Zeppelin] y lo que se nos ocurra".
En la entrevista están también presentes los otros dos miembros oficiales del grupo de Guadalajara, el bajista Juan Diego Calleros y el guitarrista Sergio Vallín, pero deciden callar. Fher les excusa: "Ésta es una banda flexible, que acoge a gente que, si así prefiere, sólo se expresa con los dedos. Hay tres músicos más en directo y estamos abiertos a sumar amigos". Cuenta una historia ocurrida en Murcia, cuando invitaron a un músico callejero gitano: "Tocó Noches de bohemia, el éxito de Navajita Plateá, ¡y nos robó el show! Lo peor fue cuando quisimos pagarle y sólo teníamos dólares; costó entender que no eran más que papelitos para él. Una situación tan incómoda que terminé quemando un billete de 100 dólares, para que no se sintiera insultado".
Maná domina todos los trucos del directo. Fher: "Anticipamos las necesidades de cada público. Los argentinos requieren rock sin parar. En Colombia o Venezuela, prefieren la vibra sabrosona, potenciamos los temas de reggae y fusión latina". ¿Y en España? "Quieren raíces, que nos mostremos bien mexicanos. Así que caerá El rey. No, no es sólo un autorretrato del mexicano medio: allí está también el espíritu del español. Hay algo más que pura arrogancia: José Alfredo Jiménez se defendía de las críticas, igual que hacen hoy los raperos". "
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de junio de 2007