El New Zealand consiguió escapar de un buen apuro en los últimos segundos de la presalida y salió a la perfección. Durante unos minutos, ganaba metro a metro con rotundidad y potencia. ¿Volvería la Copa del América a los antípodas?
La goma comenzó a estirarse y poco después el Alinghi subió el morro. Poco a poco, la ventaja de los neozelandeses se esfumaba con el viento y decidieron largarse buscando el otro bordo. El Alinghi les siguió y con su virada llegó el primer role poniéndolos en cabeza.
Virada tras virada, el Alinghi cobraba su pieza, pericia marinera y frío cálculo. A Terry Hutchinson, táctico del New Zealand, le traicionaban los gestos. Tenso, rígido, sabedor en fin de que estaban perdiendo la lucha, hicieron lo que pudieron en el resto de la primera ceñida para reducir la pérdida a la mínima expresión. Lo lograron. La popa era ahora su esperanza. ¿No habían sido los más rápidos en la Louis Vuitton navegando a favor del viento? Su momento había llegado. Pero su desilusión no tardaría en llegar. Una trasluchada de los kiwis ejemplar. La respuesta del Alinghi, algo tosca, pero muy efectiva. Se iban.
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Seguro que se acordaron de la decisión kiwi de cambiar el bulbo. El New Zealand navega ahora con su bulbo largo decorado con "la abeja zumbante" (buzzy bee), un icono de la infancia del país. El caso es que la abeja zumba muy bien en ceñida, pero en popa y con olas resulta zumbona. En fin, una mejora en un tramo que implica, para su desazón, un sacrificio en el siguiente.
Otro contraste más entre los cañas, Dean Barker a la natural mientras que Ed Baird parecía terminator con el ordenador en la mochila y las gafas tecnológicas en las que veía los números del barco. Todo el rendimiento al alcance de los ojos.
En la segunda ceñida, el Alinghi estaba más cerca, pero no lo suficiente. Garra de los neozelandeses, que iban role a role, por pequeño que fuera. Brad Butterworth, táctico de los suizos, les caló la jugada y en el último tercio de la ceñida recuperó lo perdido utilizando las mismas armas.
Y llegó la última popa. Si quedaban dudas, se despejaron rápidamente. El spi blanco del Alinghi flotaba en el aire, estable, fuerte y potente. El spi rojo del New Zealand temblaba a cada ola sacudiéndose con dolor. Butterworth rio francamente y después se le oyó decir algo así como "¡esta cosa tiene ruedas!" para después añadir: "¡Vamos bien, chicos!". Más sonrisas y apretones de manos.
Luis Sáenz Mariscal es abogado del equipo Luna Rossa, finalista de la Copa Louis Vuitton.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de junio de 2007