Tras el descarrilamiento de un Euromed en Barcelona el pasado viernes, Renfe recuperó ayer la normalidad en la capital catalana. El servicio volvió a funcionar con el habitual amontonamiento de pasajeros en horas punta y los repetidos retrasos de 5 y 10 minutos en buena parte de los trenes. Los usuarios afirmaron estar ya hartos de aguantar un servicio que consideran pésimo. El número de afectados hasta el domingo por el descarrilamiento es de más de 165.000. Unos 550 trenes de las líneas C-2, C-10 y de media y larga distancia fueron cancelados o sufrieron retrasos, que en algunos casos llegaron a las tres horas.
Renfe ha efectuado un informe sobre el comportamiento del maquinista y de los sistemas de seguridad, que señala que el conductor fue informado por el mecanismo correspondiente de que entraba en una zona en la que la velocidad máxima era de 30 kilómetros por hora. En ese momento, el conductor accionó un pulsador señalando que se daba por enterado y que asumía la conducción del tren. De no haberlo hecho, el convoy se hubiera frenado de modo automático.
Los analistas de Renfe no han encontrado otras anomalías en el trayecto y el conductor dio negativo en la prueba de alcoholemia, según dicho informe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de junio de 2007